Superheroes Showroom: una exposición inesperada y terapéutica

¿Sabéis esas cosas que te hacen sentir que estabas en el sitio indicado en el momento adecuado? Eso sentí yo el día que me topé con esta Superheroes Showroom.

Una exposición ¿inesperada?

Habréis notado que he estado un poco off estos meses. Podría poner la excusa de que no tenía tiempo o que la inspiración se tomó unas vacaciones, pero la realidad es que lo que me pasó fue que perdí la ilusión que hace que inviertas tiempo en proyectos que no tienen recompensa inmediata. Algún día os hablaré de los refuerzos y de cómo influye el tiempo en nuestra motivación, pero hoy no toca ese tema.

El caso, terminé el curso académico del máster que estoy haciendo y cerré proyectos profesionales. Aquí vinieron mis vacaciones. Fui rodando por la costa mediterránea en busca de sol, agua y aire acondicionado. El calor de este verano ha sido insoportable. Lo sabemos. Así que había que compensarlo de alguna forma.

Llegué a un centro comercial con el objetivo de hacer una mini-caza de Funkos, buscar otro libro que leer durante el verano, descansar escuchando un mini-concierto que había en la terraza principal y ver el atardecer en la laguna rosa que hay a escasos minutos. Me llevé mi cámara con la intención de hacer fotos en el atardecer.

Estaba paseando de tienda en tienda, sin mucho éxito, cuando llegué al último piso. Cuál fue mi sorpresa cuando, al subir las escaleras, me topé con un Hulk gigante que me decía: hazme una foto o tu vena influencer friki estará decepcionada. Así que saqué a Boo y le hice una foto.

Me sorprendió que hubiera una figura así en un centro comercial random. A los pocos segundos me di cuenta de que también había una figura de Thor.

Al lado de Thor había un Groot que necesitaba llevarme a mi casa. No era capricho, era necesidad, pero no pude satisfacerla como me habría gustado.

Aquí mi curiosidad estaba ya pletórica. Entré en el local y había una exposición de figuras de Marvel, así como réplicas de objetos de las películas. Me quedé loca. Aquí fue cuando esa ilusión que os he comentado al principio empezó a llamar otra vez a la puerta. Qué casualidad que yo acabara allí, con mi cámara y tiempo suficiente para dedicarme a cuadrar planos y marcar los detalles. Qué ilusión me hacen esas casualidades.

Al notar de nuevo esa vidilla que parecía que se había perdido, supe que tenía que abrirle la puerta y prepararle un café. O mejor dicho, sacar mi cámara y empezar a disfrutar como una niña pequeña. Para ser sincera, ni siquiera tenía la intención de escribir este post. Simplemente empecé a hacer fotos por puro hobbie, sin pensar en la estética que debían tener las fotos para las redes sociales. Me centré en mí, sin plantearme el instrumentalizar ese momento.

Una exposición ¿terapéutica?

Después de una hora arriba y abajo, cuadrando el enfoque, probando diferentes planos, terminé de ver con detalle cada rincón de esa Showroom. Me sentía feliz y en paz. Había disfrutado de un hobbie al que no le había dado el suficiente mimo los últimos meses.

Al llegar a casa, saqué la tarjeta de memoria, la conecté a mi ordenador y me quedé admirando las fotos que había hecho. En ese momento me venía a la cabeza la paz que sentí durante aquella hora. Quizá la magia de esas fotos reside en precisamente eso: hacer lo que te gusta desde la ilusión, no desde la auto-obligación de ser productiva.

Como habréis notado, presto mucha atención a mi interior, a cómo me siento, a los pensamientos que tengo y a los debería que a veces inconscientemente me auto-impongo. Podríais pensar que lo hago porque soy psicóloga, pero en realidad es parte del trabajo terapéutico que he hecho con mi psicóloga estos años. Uno de los mil beneficios que tiene ir a terapia. Sí, las psicólogas también vamos a terapia 😉

Pero, ¿no es contradictorio que diga que hice las fotos para no publicarlas, pero esté escribiendo este post? Más bien no. Es cierto que durante aquella hora no me planteé escribirlo, que me centré en disfrutar haciendo las fotos, pero una vez pasado el momento sin haber pensado en el qué dirán, pensé: ¿por qué no compartir el resultado junto a una reflexión terapéutica que quizá alguien necesite leer?

Así que aquí estoy.

Si no lo compartes, no existe

El problema de las redes sociales es que, a raíz del boom de los influencers, pensamos que tenemos que rentabilizar hasta nuestra vida privada, nuestros hobbies, nuestros momentos de paz, porque si no lo subes a las redes sociales, no existe.

Podéis venir a decirme que no pensáis así y de corazón os digo que me alegro, pero tiende a ser un pensamiento inconsciente muy extendido entre quienes comparten contenido en redes sociales, bien de forma personal o profesional.

Yo he creado este contenido a partir de un hobbie, llámalo fotografía o coleccionismo. Tras disfrutarlo, me ha apetecido ordenarlo y plasmarlo, junto a esta reflexión, para que otras personas con hobbies parecidos puedan disfrutar de los resultados y reflexionar conmigo, pero no necesito la aprobación de estas personas ni que lo vean para sentirme autorrealizada. Mi trabajo conmigo ya está hecho, compartirlo es un acto de generosidad.

Ahora sí, las fotos del evento

Tras esta reflexión sobre cuidarse a una misma y la exposición en redes sociales, os dejo algunas de las fotos que más me gustan. He de decir que mi favorita es la de Groot con el explosivo, soy muy fan de ese momento.

Conclusión

Espero que os haya gustado ese pequeño reportaje inesperado y terapéutico, y espero que disfrutéis de vuestros hobbies sin esa necesidad de mantener la productividad.

Nos leemos en futuros posts 🙂

Sara